jueves, 25 de septiembre de 2008

JOVENES QUE CAMINAN CON DIOS


Constantemente escucho personas alarmadas por el futuro del mundo y de la iglesia. Olvidan que Dios obra siempre, formando a su pueblo. A través del continente él está levantando una generación nueva. Dejemos de criticar y comencemos a participar junto con él en la tarea.
Hace poco me mandaron un email y pude leer una historia que cambio mi forma de pensar:

"Dios en su misericordia me dio la oportunidad de compartir diez días con un grupo de jóvenes en Chile. Luché mucho antes de aceptar. Me preguntaba: ¿podré llegar eficazmente a sus vidas y necesidades? No obstante, disfruté profundamente de lo que encontré. El más joven del grupo habrá tenido unos dieciséis años; sin embargo, se trataba de un estudioso de la Biblia con potencial para ser un maestro de la Palabra. Era asombroso lo que ya había aprendido y su diligencia para conocer cada día más. ¿Vamos a brindarle oportunidades de estudiar y prepararse? ¿Quién va a discipular a jóvenes como él, para que no sólo llenen sus mentes de conocimiento sino que alimenten sus vidas con dominio propio, virtud y mansedumbre?
También conocí a Catherine, una joven hermosa que compone música cristiana bella y profunda; obras que hablan al alma. Su estilo no es el de Firmes y adelante ni el de la música de adoración popular, sino propio, cristológico, dirigido a las necesidades del auditorio juvenil. ¿Vamos a ayudarla a desarrollar ese don tan hermoso que Dios le ha dado?
Claudio, con su conocimiento de Internet y sus sueños cibernéticos, trabaja para brindar un testimonio eficaz utilizando lo más moderno de la tecnología. Me hizo pensar en una generación anterior, que condenaba a los pioneros de la radiofonía dado que —según ellos— el diablo era el príncipe del aire. ¿Cuántas personas han escuchado las buenas nuevas a través de un aparato de radio? Hoy Claudio y otros jóvenes son pioneros en el uso de una tecnología que está cambiando el mundo. ¿Deberán pelear contra los mismos cristianos para usar medios que nosotros no entendemos, o los vamos a animar?
Tuve oportunidad, además, de escuchar acerca de los proyectos de Priska, una joven que sueña con formar una compañía de teatro cristiano profesional para alcanzar a las masas que buscan su esparcimiento en las artes, y que está orando, estudiando y trabajando para hacer de ese sueño un testimonio poderoso para nuestro Dios. Ella entiende a la nueva generación, ¿encontrará en nosotros el apoyo para lograr su propósito?
Una semana después tuve el privilegio de pasar cuatro días en el Instituto Bíblico de San Cristóbal, Venezuela, con estudiantes que se preparan para el ministerio. Pasé horas escuchando lo que Dios les está enseñando, como también lo que están haciendo en sus obras prácticas. Hay mucha esperanza para la iglesia venezolana con jóvenes como ellos. Es cierto, carecen de espíritu y madurez, pero ¿cómo van a adquirirlas si no les damos la oportunidad? ¿Les permitiremos aprender aun de los errores que tanto nos han enseñado a nosotros?
El domingo a la tarde fui con una pareja del instituto a Colombia. Pude apreciar gran madurez de pensamiento y capacidad de reflexión al escuchar sus evaluaciones de la iglesia moderna y su teología. Me encantaría oír a muchos más líderes con esa capacidad. El director del instituto los ha estimulado a pensar. Gracias a Dios por los buenos profesores, pero ellos necesitan buena materia prima con la cual puedan trabajar. Asimismo, tuve la posibilidad de escuchar a una joven interpretar una canción intensa, conmovedora, que me desafió a considerar la verdad como pocas canciones que he oído en mucho tiempo.
En Costa Rica, un grupo de jóvenes se reúne todas las semanas en nuestra casa para estudiar la Biblia. Como yo tengo que viajar muy a menudo, Luis (27 años) dirige el grupo. Él se prepara con sumo cuidado y diligencia y está creciendo, así como también el resto de los integrantes. No se trata de gente que busca emociones, sino conocer a Dios. Jóvenes como ellos, líderes como Luis, van a dar seriedad a la iglesia futura.
Hace poco en Santo Domingo, República Dominicana, tuve el privilegio de observar a un grupo de jóvenes mientras ministraba. Fue impresionante. Una muchacha protagonizó una obra teatral con un argumento muy convincente. Otro, de dicinueve años, lleva a cabo programas evangelizadores en los que intenta captar el corazón de las multitudes paganas, y creo que lo va a lograr. Sus cultos son muy creativos, y proveerían mucha enseñanza a la mayoría de las iglesias de nuestro continente.
En nuestra casa alojamos durante un mes a Willy y Marilina mientras tomaban un curso de misiones. Dios está llamando a los jóvenes a ir donde nosotros no lo hemos hecho. Diligentes en su estudio y preparación, dispuestos a dejar lo que es seguro y fácil, Dios los ha llamado y ellos están respondiendo. ¿Haremos nuestra parte para ayudarlos a cumplir la misión de Cristo? ¿Vamos a sostenerlos económicamente, orar por ellos, animarlos?
Ciertamente urge responder hoy las preguntas siguientes: ¿Cuál debe ser nuestra parte en la formación de la nueva generación? ¿Dedicaremos tiempo para discipularlos? ¿Invertiremos recursos para que ellos tengan la oportunidad de recibir estímulo y formación? ¿Les daremos la posibilidad de equivocarse? ¿Estaremos abiertos para compartir con ellos las grandes lecciones de la vida que hemos aprendido en la lucha, siendo honestos respecto a nuestras debilidades y errores? ¿Estaremos dispuestos a reconocer que toda formación sólida requiere tiempo, y no pretender que logren nuestra madurez en apenas unos meses?
Las experiencias vividas entre los jóvenes constituyen para mí un gran desafío y haré todo lo posible para apoyarlos. ¿Me acompañan en esta tarea?"

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