lunes, 27 de abril de 2009

SIERVO AMIGO IO HIJO?


Siervo, Amigo o Hijo



Esto es ficción: Hoy voy a predicar ante mucha gente. ¿Cómo me haré presentar? Porque soy yo como titular del ministerio quien lo decide. ¿Lo haré como el gran siervo de Dios? ¡No! Va a caerle mal a muchos y van a criticarme; y van a tener razón. Porque si soy un siervo de verdad, lo último que puedo ser es grande. ¡Pero es que la mayoría se presenta así! Sí, es cierto. Y después se enojan cuando los critican y hasta lanzan veladas amenazas con rango de maldiciones, tales como: ¿Se las verán con el mismísimo infierno por criticar al siervo!

No. Mejor me hago presentar como un amigo de Dios. ¿Eh? ¿Amigo de Dios, hermano? ¿Usted sabe lo que está diciendo? Perdone, pero suena como medio confianzudo, irreverente le diría. ¿Cómo va a ser amigo de Dios? Está bien, lo acepto. Entonces: Hijo de Dios. ¡Ah, no! ¡Ese fue Jesús! ¡La Biblia podrá decir lo que quiera, pero Hijo de Dios, sólo Jesucristo! Pero entonces; ¿Cómo me presento para que nadie me critique?

Fin de la ficción. Esto que usted ha leído es, a grandes rasgos, una de las dudas que en algún momento ha embargado a cualquier predicador internacional, itinerante, o de algún pastor de alguna gran congregación, o de cualquier cristiano que suponga tener un ministerio de gran alcance. ¿Siervo, amigo o Hijo? La Biblia habla de todo, pero la duda siempre está. Es una permanente batalla entre el respeto por la Palabra y la religiosidad de los hombres. Mire; vamos a dejar de lado las pequeñas soberbias miserables de hombres también muy pequeños, y vamos a estudiar, desde la Palabra misma, qué es lo que realmente somos.
SIERVO

¿Qué es, literalmente, un siervo? A mí no me gusta demasiado recalar en los hechos históricos o sociales con el fin de extraer de ellos alguna buena moraleja. No es mi estilo ni es mi sentir. Creo en el evangelio como una serie inagotable de principios espirituales fruto de la guía del Espíritu Santo de Dios, que deberán ser develados mediante la revelación que el mismo Espíritu dará. Por lo tanto, baste aclarar que un siervo, era literalmente un esclavo, un criado, un sirviente de un determinado amo, que era su dueño y señor y sin derecho alguno más allá de obedecer ciegamente y sin saber motivos ni objetivos lo que ese amo le ordenara. Vamos a ver ahora qué es lo que dice la Biblia.

(1 Samuel 3: 8)= Jehová, pues, llamó la tercera vez a Samuel. Y él se levantó y vino a Elí y dijo: Heme aquí; ¿Para qué me has llamado? Entonces entendió Elí que Jehová llamaba al joven.

(9) Y dijo Elí a Samuel: Ve y acuéstate; y si te llamare, dirás: habla, Jehová, porque tu siervo oye. Así fue Samuel y se acostó en su lugar.

Fíjese con cuidado quién es, aquí, el que rotula al servidor de Dios como siervo: Elí. Elí era un sacerdote con mucho poder, pero con enorme debilidad. Permitió que sus hijos Ofni y Finés hicieran barbaridades pecaminosas en el templo y, por esa causa, Dios decidió levantar al niño Samuel y entenderse con él. Sin embargo, Elí tenía bien claro el rol del hombre ante su creador. Humildad y un reconocimiento de indiscutible señorío y posesión. Un pagano impío desobediente y corrupto puede, llegado el caso, tener muy en claro que quien desee ser algo dentro del reino, tendrá que tener un espíritu de siervo.

(Job 1: 7)= Y dijo Jehová a Satanás: ¿De dónde vienes? Respondiendo Satanás a Jehová, dijo: de rodear la tierra y de andar por ella.

(8) Y Jehová dijo a Satanás: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal?

Dios mismo declara a Job varón perfecto y recto, y así y todo se le somete a prueba, no a causa de sus pecados, sino a pesar de su rectitud. La prueba perseguía dejar establecida su rectitud, así como darle una visión más profunda de la naturaleza de Dios y una más clara comprensión de la condición humana. Mientras que Satanás se proponía demostrar que Job era un pecador, la meta de Dios era poner de manifiesto para siempre la sinceridad de la fe de Job. Dios no permite que se nos pruebe para ver si fallamos, sino para fortificar nuestra fe. La prueba es, de hecho, una manifestación de la confianza de Dios en nuestra fidelidad o integridad.

Sin embargo, lo más notorio en este texto, es que a la palabra SIERVO como rótulo al hombre o a la mujer de Dios, lo utiliza el propio Dios, avalándolo implícitamente y dejando de lado cualquier subestimación o visión peyorativa. Asimismo deja traslucir, de paso, algunas de las condiciones elementales que un siervo debe tener. 1) Varón perfecto, que es como decir: varón maduro. 2) Varón recto, sin dobleces ni dobles mensajes o comportamientos. 3) Temeroso de Dios, que no es pusilánime sino valiente hasta la osadía por reverencia. 4) Apartado del mal. Entonces es buen momento para preguntarse y preguntarle a usted: ¿Quiere ser usted un siervo de Dios? Le ruego que tenga muy presente estos cuatro aspectos, entre otros no mencionados aquí, pero obvios en su practicidad.

(Romanos 1: 1)= Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de Dios.

Pablo se autodenomina “siervo” a sí mismo. Pero en este texto la palabra se usa en el sentido de alguien que recibía salario; que a veces tenía notables habilidades y responsabilidades, y que por lo general recibía buen trato y protección legal. Pero no podía renunciar a su trabajo y elegir a su empleador. Entre este tipo de siervos había quienes eran educados y hábiles, y trabajadores comunes y corrientes.

Gálatas 1: 10)= Pues, ¿Busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo.

Pablo rechaza aquí la insinuación de que es un oportunista que busca el favor de la gente enseñándoles lo que quieren oír. Y agrega que si así lo hiciera, no sería siervo de Jesucristo. ¿Qué está haciendo usted, siervo, desde su ministerio? ¿Está agradando a Dios aunque ello redunde en contra hasta de su reputación, o está intentando agradar a los hombres? Está en juego su categoría de siervo.

(Hebreos 3: 5)= Y Moisés a la verdad fue fiel en toda la casa de Dios, como siervo, para testimonio de lo que se iba a decir.

Lo que se está dando a entender aquí es complementariamente, es que Cristo es indiscutiblemente estimado con mayor gloria que Moisés, porque éste, - aquí lo dice -, era un mero siervo, un miembro de la casa de Dios. En contraste, como Dios, Cristo es tanto constructor como Señor de la casa; es la consumación de todo lo que anticipó Moisés.

Supongo que con estas escrituras resulta más que suficiente como para no tener ninguna duda que el calificativo de “siervo de Dios” es bíblicamente legítimo y avalado por Dios mismo al referirse Él así con respecto a determinados personajes. Siendo así, ya no quedaría nada por agregar y ni falta haría que se hiciera ningún estudio esclarecedor, verdad? Sin embargo, la Biblia misma nos muestra que la posición de siervo, es meramente transitoria, y además previa para otro estado tan valioso e importante como este.

AMIGO

(Juan 15: 12)= Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros, como yo os he amado.

(13) Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos.

(14) Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que os mando.

(15) Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi padre, os las he dado a conocer.

La terminología de siervo-maestro y del hijo-padre, describe de una forma vívida la relación íntima que debe existir entre los creyentes, Cristo y el Padre. Pero ninguna tiene un sentido tan profundo como la que utilizó Jesús al llamar a sus discípulos AMIGOS, porque ella encierra identificación y amor.

Esto nos lleva, inexorablemente, a indagar más sobre la terminología de AMIGO. Porque pese a que algunas de sus acepciones clásicas son las de “compañero”, “conocido” o “hermano”, esta palabra en el devenir de los tiempos, se ha poetizado, subliminado y hasta bastardeado. Es como la palabra señor, que siendo en su conformación un calificativo de alto honor, termina siendo utilizada para cualquiera como un simple tratamiento protocolar. Amigo, hoy día, se le llama tanto al adversario político, al que si se lo puede eliminar se lo elimina, como al amante que no tiene ganas de comprometerse demasiado con una relación sentimental más seria. Es notorio que según el concepto de Jesús, amigo tiene que ser muy otra cosa que las mencionadas.

(Proverbios 17: 17)= En todo tiempo ama el amigo, y es como un hermano en tiempo de angustia.

Es indudable y a nadie se le puede escapar aunque de pronto lo parezca: la verdadera amistad se demuestra mejor, no tanto en los buenos tiempos, cuando todo anda a las mil maravillas, sino en los momentos de crisis y dificultades. Un amigo es una persona familiar. Este sustantivo aparece más de ciento ochenta veces en la Biblia. La palabra que lo identifica es RE'A y su raíz es el verbo RA'AH, que quiere decir “asociarse con” y “ser compañero de”. Aquí constituye una receta para una saludable amistad: un amigo debe amar en todo tiempo. Ahora bien; con todos estos elementos, toma conciencia del significado y valor de una amistad con Dios.

(Juan 3: 29)= El que tiene la esposa, es el esposo; más el amigo del esposo, que está a su lado y le oye, se goza grandemente de la voz del esposo; así pues, este mi gozo está cumplido.

En lo histórico, lineal y literal, el amigo del esposo, aquí, muy bien puede haber sido Juan el Bautista. Su gran gozo, entonces, se debía al privilegio de haber sido enviado como precursor, a preparar a la gente para el esposo divino. En lo espiritual, en cambio, no estará descolocado para nada interpretar que, partiendo de la base de que la esposa es la iglesia y el esposo es Cristo, el amigo en cuestión puede ser usted mismo, o yo, o cualquiera de los que verdadera y genuinamente le han entregado su vida a Cristo.

(Santiago 2: 23)= Y se cumplió la escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios.

Este texto está inserto en un contexto general en el que Santiago viene hablando de la fe y las obras, las prioridades, consecuencias y efectos. Y con referencia a Abraham, la base hay que hallarla en Génesis 15, donde la fe de Abraham le valió precisamente que todo le fuera contado por justicia. Y con respecto a esa amistad entre Dios y Abraham, la misma no es la consecuencia de una mente imaginativa que concurre a una iglesia. Esto está en 2 Crónicas 20:7, donde leemos, con referencia a las victorias sobre Moab y Amón: Dios nuestro, ¿No echaste tú a los moradores de esta tierra delante de tu pueblo Israel, y la diste a la descendencia de Abraham tu amigo para siempre? Esto se confirma y corrobora en Isaías 41:8, cuando el profeta, hablando de la seguridad de Dios para Israel, dice: Pero tú, Israel, siervo mío eres; tú, Jacob, a quien yo escogí, descendencia de Abraham mi amigo.

Listo. Lo ha dicho Dios. No se discute más. Abraham fue amigo de Dios. Todo lo demás que a usted se le ocurra, también. Pero lo que estábamos tratando de confirmar y probar, era esa amistad. HA sido probado. ¿Qué queda como remanente de los orígenes y motivos de esa amistad? Algo muy simple y no tanto: El origen lo pone Abraham al creerle a Dios. Todos lo sabemos: no basta creer EN Dios; los demonios también creen y tiemblan. Es necesario creerle A Dios y, como último y crucial paso: CONFIAR en Dios. Procuremos creerle a Dios, entonces, y también a nosotros nos será contado por justicia. Sigamos luego por ese camino y, como corolario de ese hecho previo, podremos también ser considerados amigos de Dios, nada menos, aunque a muchos religiosos esto los espante. ¿Y allí termina todo? En absoluto. Falta un estado que nadie puede ni debe ignorar o desconocer: ser Hijo.

HIJO

(Salmo 2: 7)= Yo publicaré el decreto: Jehová me ha dicho: mi hijo eres tú; yo te engendré hoy.

Esto es una palabra profética que, obviamente, tiene que ver con Cristo. Sin embargo, si nosotros, la iglesia, somos el cuerpo de Cristo, su brazo ejecutor en la tierra, esta declaración profética de Dios, también nos cabe perfectamente. Mi hijo eres tú… ¿Y qué es, linealmente, un hijo? Es el símbolo de su casa, es su descendencia, su familia, su linaje, su primogénito y su simiente.

(Isaías 9: 6)= Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre admirable, consejero, Dios fuerte, padre eterno, príncipe de paz.

Aquí tenemos varias cosas para ver, pero la primera ubica en su preciso lugar una confusión muy reiterada en el pueblo cristiano. Este texto, obviamente, se refiere al nacimiento y posterior ministerio de Jesucristo, pero tiene un detalle que siempre será necesario tener presente. El niño que nos es nacido, es Jesús, parido por María en un pesebre de Belén con la apoyatura paterna aunque no biológica de José, el carpintero de Nazaret. El hijo que nos es dado, en tanto, es Cristo, la deidad partícipe de la trinidad y Señor de señores. La unidad por encarnación de ambos, origina la figura de Jesucristo, el nombre que está por encima de todo nombre.

Luego vemos que se ofrece el cuádruple nombre y los atributos del Niño, que es el Mesías, quien nacería para reinar por siempre sobre el trono de David. Le dice Admirable, Consejero. Parecen, ambos, nombres que expresan sus cualidades de guía y líder político. Él es la Palabra viva, el guía infalible, la inextinguible sabiduría la Verdad y el Camino. Sobre él descansará el imperio, que es la autoridad para gobernar, es decir: Dios Fuerte. El niño es dios encarnado, el Omnipotente. La palabra traducida como “fuerte” tiene el significado adicional de “héroe”. El Señor es el héroe infinito de su pueblo, el guerrero divino que ha triunfado sobre el pecado y la muerte.

Padre Eterno, mientras, expresa el cuidado paternal que viene de Cristo. Este título no entra en conflicto con el de la primera persona de la Trinidad. Jesús dijo a Felipe: “El que me ha visto a mí, ha visto al padre”. Eterno, también significa “presente en todas partes”; el Señor posee los atributos de eternidad y Omnipresencia mientras reina sobre el trono de David y dentro de los corazones de los redimidos. Príncipe de paz: su reino está caracterizado por shalom, bienestar, prosperidad, felicidad y casi de la enemistad. El Nuevo Testamento afirma que el establecimiento del reino estará antecedido por su triunfo sobre Satanás. Reino: no hace falta demasiado. Es la jurisdicción espiritual sobre la que tiene gobierno Dios.

(Mateo 3: 17)= Y hubo una voz de los cielos, que decía: este es mi hijo amado, en quien tengo complacencia.

Esta es una reiteración del original. Las palabras de la voz celestial tomadas del Salmo 2:7, un cántico real, y de Isaías 42:1, un cántico del siervo, declaran que Jesús es el Mesías Rey que viene a cumplir la misión del siervo del Señor. Lo cierto es que si la iglesia, esto es: nosotros, somos verdadera y genuinamente cuerpo ejecutor de Cristo en la tierra, esta expresión del padre nos cabe, nos compete y nos pertenece con toda legitimidad.

(Mateo 5: 9)= Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.

La palabra BIENAVENTURADOS, en todo este contexto de las bienaventuranzas, es la palabra MAKARIOS, que viene de la raíz MAK, que indica algo grande o de larga duración. Se trata de un adjetivo que denota felicidad, alguien muy bendecido, digno de ser congratulado. Es una palabra de gracia que expresa un regocijo y una satisfacción especiales, concedidos a la persona que experimenta la salvación.

Lo que nos da a entender específicamente este verso, es que si Dios es el supremo pacificador, sus hijos deberán seguir inexorablemente su ejemplo. La expresión PACIFICADORES que aquí se utiliza, es la palabra EIRONOPOLOS, que implica a algo o alguien pacificatorio, que practica la paz. Viene de la raíz EIRO, que significa unir, prosperar. Implica, asimismo, derramar, pronunciar, hablar, hacer, mandar. También abarca mostrar o dar a conocer los pensamientos divinos o afirmar algo. Un pacificador, por lo tanto, no se limita a ser una persona que tiene paz o se muestra pacificar, sino que incluye notoriamente a quien lo proclama, lo evidencia y lo enseña.

(Juan 1: 12)= Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.

Entendamos, entonces: yo no soy un hijo de Dios porque soy un fantoche (payaso) que quiere fantasear o aparentar. Tampoco porque un grupo de notables de la religión lo hayan decidido en alguna reunión de comisión. Soy un hijo de Dios porque ese es mi derecho por recibirle a Él y por creer en su nombre. “Derecho” es la palabra utilizada en otra versión en lugar de “celestial”. Gálatas dice que todos somos hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús.

(Juan 5: 20)= Porque el Padre ama al hijo, y le muestra todas las cosas que él hace; y mayores obras que estas le mostrará, de modo que vosotros os maravilléis.

En ningún sentido Jesús actuó independientemente del Padre. Por el contrario, comprendía que como el Padre y Él eran uno, hacía sólo lo que el Padre le mostraba. Entonces, la autoridad de Jesús no es usurpada, sino derivada de la autoridad del Padre. A la inversa, no se puede honrar al Padre sin honrar al Hijo. Entonces, por favor, escuche y entienda. Usted, a lo sumo, lo máximo que puede hacer, es ver las actitudes y acciones de las personas. Y eso no alcanza para medir quien ha recibido al Hijo y cree en su nombre, y quien no. Por lo tanto, usted no puede dejar de honrar a cada hermano, pues corre el riesgo de intentar honrar al Padre sin hacerlo con el Hijo.

(Romanos 8: 14)= Porque todos los que son enviados por el Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios.

La frase: “todos los que son guiados por el Espíritu de Dios”, es más que una alusión para designar a los cristianos. Describe el estilo de vida de aquellos que son hijos de Dios. Pablo está alentando a vivir, no de acuerdo a la carne, sino para hacer morir las obras de la carne. Por lo tanto, ser guiados por el Espíritu de Dios supone hacer morir progresivamente los apetitos pecaminosos de la naturaleza inferior. Esto explica que aunque todos los cristianos son de alguna manera guiados por el Espíritu de Dios, hay diversos grados en la actitud de aceptar la dirección del Espíritu. Mientras más plenamente sea guiada la gente por el Espíritu Santo, más obedecerán la voluntad de Dios y mejor se confirmarán en sus estándares santos.

La palabra griega traducida como “son guiados”, es un participio presente y debe ser entendida como que: “muchos son guiados continuamente por el Espíritu de Dios”. Esta guía divina no se reduce al conocimiento objetivo de los mandamientos de la Escritura y al esfuerzo consciente por obedecerlos (Aunque lo más seguro es que los incluya). Por e contrario más bien se refiere al favor subjetivo de ser receptivos a los impulsos del Espíritu Santo a lo largo del día. Impulsos que si de verdad vienen del Espíritu Santo, nunca nos inducirán a actuar en contra de lo que enseña la Escritura.

Lo que se percibe como la dirección subjetiva del Espíritu Santo, especialmente en las decisiones más importantes, o en los impulsos para hacer algo poco usual, debe ser sometido a la confirmación de varios consejeros para que nos ayuden a protegernos de errores y a mantener una clara visión de las normas objetivas de la Escritura.

Entonces llegamos a una simple conclusión: si usted ministra y se hace llamar siervo, está bien. Si, en cambio, adopta el calificativo de “amigo” de Dios, indudablemente, está mejor. Y si en última instancia comienza a caminar la vida como hijo de Dios, está muchísimo mejor todavía. Porque es una consecuencia transitiva, progresiva y no estados finales, salvo el último. Son distintas plataformas sobre las cuales se apoyan los estados consecutivos siguientes. La materia Inglés 1 que da posibilidad a estudiar, rendir y aprobar Inglés 2.

Esta es una pequeña pero importante asignatura pendiente por parte de los cristianos. Estamos acostumbrados a cristalizarnos en diferentes estados, como si ellos fueran completos y definitivos. Estamos tan impactados y enamorados del Cordero de Dios que no vacilamos en pretender ser lo mismo. Cuidado. No se olvide que el Cordero es un animal de transición y que, espiritualmente, simboliza la provisión de Dios para el sacrificio, pero la historia no termina allí, en el Cordero. Termina en León de Judá. Nos consideramos sencillas ovejas del Señor, cuando la historia no termina en ovejas, sino en caballos de honor. Que no se conforman con lo que comen al ras, sino que escarban y buscan más, más y más.

Usted comienza siendo siervo. Le pertenece íntegramente a su Señor por legítimo derecho adquirido y obedece toda orden suya sin replicar, sin preguntar y en total sumisión. Su Señor simplemente le da una orden y usted la cumple. No es necesario más, con eso alcanza. Después Él dice: ya no eres siervo, ahora eres mi amigo. Entonces usted sigue recibiendo directivas, las sigue cumpliendo con obediencia, pero ahora también es informado de todo lo que rodea a la directiva recibida. Propósito, causa, motivaciones. Es decir: usted hará lo mismo pero mucho más informado que cuando era siervo. Y, finalmente, pasa a la condición de hijo. Allí repite todo lo anterior con dos agregados: 1) Ya no cuenta con información sobre algunas cosas, sino que le es permitido saber todo lo que hay que hacer. 2) Recibe herencia. Porque las cosas son muy claras y puede probarse y comprobarse. El siervo y el amigo no heredan al Señor de la casa; sólo el hijo.

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