miércoles, 5 de noviembre de 2008

LOS QUE "NO" SANAN



Hechos 3: 1-10
Dios nos bendice a través de las personas, por eso debemos relacionarnos bien con los demás.
Para capturar todas las bendiciones sin que nadie nos lastime, debemos:
• No idealizar a nadie.
Al idealizar colocamos a la persona en un rol superior y nos achicamos, de esa manera nos hacemos vulnerables y quedamos expuestos a que el otro nos hiera.
Si nos conectamos con gente (cualquiera sea el lugar que la persona ocupe) debe ser de igual a igual, porque ponerse arriba es un acto de soberbia y por debajo es para ser humillado.
En los seres humanos surge la necesidad de idealizar y debemos saber que todos venimos del mismo tronco y somos iguales para Dios.
Todas las personas usadas por Dios en la Biblia tuvieron fallas y si Dios las presenta es para que aprendamos y no para idealizarlas. Noé fue un borracho, Abraham entregó a su mujer para que el faraón la abuse, David fue un mujeriego, Salomón terminó sus últimos días siendo satanista.
Necesitamos mentores.
Para alcanzar nuestro propósito necesitamos mentores. El idealizar o admirar no nos da las fuerzas para cambiar; en cambio unirse al que nos inspira, al que va adelante para guiarnos en la carrera producirá cambios en nuestra vida.
El inteligente aprende de sus errores, el sabio del error de los demás.
Un mentor es el que ya alcanzó el sueño y está puesto para que lo obedezcamos y aprender de él.
Debemos buscar mentores en lo espiritual, en lo familiar, en lo económico.
Un mentor no se elige por amistad o comodidad, es el que nos calificará y hará avanzar hasta el próximo nivel.
En la multitud de consejos está la sabiduría , dice la Biblia.
El consejo siempre vendrá de la boca de un mentor, la opinión de la boca de un par.
Cuando busques un consejo no le preguntes al que está como vos sino al que logró más.
Los mentores son carteles divinos que Dios utiliza para motivarnos.
• No reaccionar a las palabras de la gente.
Hay palabras que llegarán para lastimarte y provocar una reacción a ese mensaje que te envían. Las personas que pronuncian esas palabras se llaman en psicología, tóxica :
- El ofendido . Es el que con una palabra o conducta se ofende y de esa manera manipula. Trasmiten un mensaje: “ Depende cómo te comportes, así yo estaré” , para que los demás estén expectantes de él.
-El que tira y corre. Es el que pasa, tira un misil y sigue de largo porque busca tu reacción.
- El que triangula . Es el que lleva y trae, te mete en el medio de una discusión que no te corresponde, para que tomes partido y salgas en defensa de alguna de las partes.
-El psicópata . Son los que felicitan y descalifican al mismo tiempo.
-Los reaccionarios . Les gusta discutir, criticar y están buscando que te enganches para perder tiempo.
Debo reaccionar a la voz de Dios.
Para caminar en sanidad divina, no reacciones a las palabras de la gente. Muchas personas escuchan que Dios les dice que los va a prosperar o sanar y no le creen, pero si alguien los insulta inmediatamente reaccionan con una velocidad instintiva.
¡Reaccioná a la Palabra de Dios!
La Palabra de Dios funcionará cuando declares que no te moverás de ella.
“En paz me acostaré y así mismo dormiré porque tu me haces vivir confiado”,dijo David en medio de una guerra. Una palabra de Dios le permitió que pudiera dormir, porque la Palabra afirma y da estabilidad en medio de la batalla.
• No esperar nada de nadie.
Si las expectativas las ponemos en la gente tendremos frustración porque un día responden bien y otro día mal. No hay nada más variable que las emociones humanas.
Por ejemplo, cuando esperas que alguien te ayude, te llame, te acompañe y eso no sucede, entonces quedás frustrado.
La gente nada te puede dar por eso no esperes nada de nadie.
No esperes nada porque la gente nada te puede dar. Todo lo que recibas es un “extra” dado por Dios, un “bonus track.”
Recibí el amor de quien te ama pero no esperes nada porque todo lo que necesitas está en las manos del Señor.
Jacob era anciano cuando nació José y para ganar su cariño le dio una túnica de colores, pensando que sería quien lo iba a cuidar en su vejez. Jacob puso nombre a su provisión y Dios se lo sacó.
Cada vez que designes quién será tu provisión, Dios lo alejará para recordarte que tu fuente no es tu trabajo, ni tu familia, ni tu vecino, ni tus pastores, tu fuente es Dios.
Caminarás en victoria cuando seas libre de la gente.
• No compararse con nadie.
No te compares ni permitas que lo hagan porque no necesitas ser como nadie ni ganarlo.
La personas con problemas de estima vive comparándose: “vos tenés marido, hijos y yo no”; “vos trabajas tanta horas pero yo trabajo más”.
Todas las bendiciones tienen un nombre, debes capturas y disfrutar las que tienen el tuyo porque Dios las creó para vos.
Éxito es creer las promesas de Dios y tomarlas, porque estás diseñado para ello.
Josué entró en la Tierra Prometida porque en su nombre tenía la fórmula: significa “Jehová prospera”.
Su papá era Nun: “Doblemente prosperidad”. De la familia de José: “Aumento”
De la tribu de Efraín: “Prosperidad salvaje”.
No le podía ir mal a Josué porque su nombre lo determinaba.
No demuestres nada a nadie, creé solamente que Dios hará posible lo que te prometió.
• No fusilar a los demás.
No tomes como personal lo que te digan otros. ( “Alguien me dijo, que aquel dijo que el otro hablo mal de mi.”)
Si te rechazan no lo asumas como personal, es que hay algo que motivó a hacerlo, quizás la persona fue lastimada entonces va a lastimar por su propio conflicto.
No te apresures.
• No valorar el dolor.
Debemos identificarnos con la victoria de Jesús. El se identificó con nuestro dolor para que vivamos su victoria.
No necesito sufrir, Cristo sufrió por mí.
Dios no mandará sufrimiento, ni muerte, ni enfermedad, no des valor al sufrimiento.
Sacrificio, vergüenza, son palabras para sacar del vocabulario.
No sacrificio, sí esfuerzo. Sacrificio mete culpa, reclama, trasmite una imagen de debilidad, en cambio esfuerzo da fortaleza.
Dios nos diseñó para el éxito, la bendición y el avance.
La religión ha enseñado, equivocadamente, que el dolor es parte del crecimiento, que purifica y nos acerca más a Dios, pero no es así. El dolor no viene de parte de Dios que transformó nuestro sufrimiento en victoria.
En México, cuando pedís algo a alguien responden: “¡Mande!”
En Estados Unidos dicen: “¿En qué puedo ayudarle?”
Los latinos tenemos concepto de servilismo,
porque los que colonizaron estas tierras enseñaron a los propietarios, a los indígenas, que era malo tener sueños, visiones; que era pecado, por lo tanto no tenían que avanzar ni crecer.
¡Voy a liberarme de todos los sufrimientos! Caminaré sin culpas.
Las personas que se criaron en familias donde siempre pasó algo sienten culpas por todo. Por ejemplo:
-Los niños que ven a sus papás pelear, separarse o la madre quedó viuda se activa un mecanismo psicológico y piensan que fue provocado por ellos.
-Personas que no pueden disfrutar de nada, se adjudican todas las desgracias porque les trasmitieron: “Está bien lo que hiciste pero te falta un poco más”, “Podrías hacer un poquito más”. ¡Siempre les falta algo! Ni siquiera disfrutan lo que Dios les da.
-Otra que en vez de ser contenidas en la dificultades sienten que lo de ellas no tiene importancia porque se encargaron de trasmitirle un mensaje: “Lo que me pasa a mí es peor que lo tuyo”; “Tu dolor no es importante, el mío es mayor.”
Toda culpa y sufrimiento fue vencido por Jesús en la cruz. Tenemos derecho a disfrutar de lo bueno.
7- No ponerse en víctima.
Cada uno tiene el control remoto de sus emociones y pensamientos y decide qué sentir, pensar y ser feliz.
“ El día me puso mal ”, es que colocaste el poder dado por Dios fuera de vos.
No entregues el poder de tus emociones a los demás porque serás un títere en sus manos; nadie podrá lastimarte si no le das permiso, ni ponerte negativo excepto vos mismo.
¡Recuperá el control remoto de tu vida!
8- No querer cambiar a nadie.
No gastes tus energías queriendo cambiar a tu esposo, esposa, suegros, hijos, porque si la persona no quiere no cambia.
Al pretender cambiar a alguien le quitamos la actividad al Espíritu Santo y se activa en la persona un mecanismo que hace que se resista. Sólo Dios cambia a la gente y si estás tomando su lugar no puede operar.
La mejor manera para que el otro cambie es no queriéndolo cambiar.
Pedro y Juan pasaron por la puerta del tempo y había allí un paralítico, desde hacía cuarenta años, que les pidió una limosna.
No pudo moverse por tanto tiempo, lo llevaban y traían, el único vínculo con la gente era extender su mano y recibir una limosna.
Pedro y Juan fueron enviados por Dios para quebrar esa realidad (Dios no quiere un limosnero y que dependas de la gente sino que seas libre de la gente).
Le dijeron: “ No tengo plata ni oro pero lo que tengo te doy, en el Nombre de Jesús levántate”.
Y la persona pegó un salto. Las piernas que estaban muertas desde el nacimiento tomaron vida de parte del Señor.
Todo lo que está muerto en tu vida puede recibir energía con una palabra de Dios.
Si te aferras a la palabra de fe entrarás a ver la bendición; comenzarás a hacer lo que nunca hiciste, las cosas viejas pasan y en Él todas son hechas nuevas.
Si creo la palabra de fe dejaré de vivir de las limosnas.
Las mujeres que están con cuanto hombre se les cruza, los varones que viven una constante promiscuidad, los que se drogan, los que están malhumorados, con depresión están viviendo de limosnas. Necesitan un “te quiero”, una mirada de aprobación, una caricia (aunque sea un golpe), pero necesitan algo para sentirse vivos, una limosna.
Dios quebrará el sistema de limosnero, te pondrá nuevamente en pie y una canción de victoria saldrá de tu boca.
“Y todo el pueblo se enteró”
La bendición será tan grande que todos se enterarán que te levantaste otra vez.
Mucha gente vivió lisiada en los afectos, castrada en los sueños más profundos, con intento de suicidio u homicidio, no tuvo un centavo en su mano y Dios le dio vida, un sueño y la manera para alcanzarlo.
Tenés derecho a saltar y a cantar, a celebrar a tu Dios, porque te levantó, puso Su espíritu en tu corazón y hoy vivís con un propósito.

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